Decidido a robarle al futuro cualquier vestigio de los logros y la grandeza de la dinastía Saadí, y sumir su recuerdo en el olvido más absoluto, para mayor gloria de su reinado y su estirpe, a Muley Ismail no le tembló la mano ni la acarreó remordimiento alguno al arrasar y desmantelar algunas de las edificaciones más significativas del periodo anterior, como el expolio llevado a cabo durante 10 años en el Palacio El Badi, considerado por los cronistas de la época como una de las maravillas del Islam, mandado construir por Ahmed Al Mansour -el más grande monarca Saadí, según la Historia que nos han contado-, trasladando todo lo aprovechable a su nuevo palacio de Meknés.- Pero quizás debido a ese instintivo respeto por los antepasados que siempre se arrastra en mayor o menor medida, quizás subyugado por la belleza de los mausoleos y su delicada ornamentación, o simplemente por motivos supersticiosos, no se atrevió a hacer lo propio con la pequeña necrópolis anexa a la mezquita de la Kasbah donde estaban enterrados la mayoría de los monarcas Saadíes, sus familias y los cortesanos más fieles y significados.- Se contentó con aislarlas a la vista y al recuerdo de las generaciones futuras, sellando su entrada desde el exterior, dejando un único acceso al recinto por el interior de la mezquita.- No fué hasta dos siglos y medio después, en 1917, bajo la administración colonial francesa cuando fueron descubiertas para la Historia, al ser divisado el lugar tras vuelos de reconocimiento por la ciudad, y ordenar el Mariscal Lyautey la construcción de un acceso y la restauración del conjunto.
Aunque el recinto, junto a la mezquita de la Kasbah, ya había sido utilizado como última morada de personajes notables, e incluso del sultán benimerín Abú el Hassan, el cementerio no alcanzó su estatus de necrópolis real hasta que empezó a ser utilizado como lugar de inhumación de los monarcas a partir de la segunda mitad del s. XVI.- Pero fué Muley Ahmed Al Masour el que dió el impulso definitivo para convertir la necrópolis en un lugar verdaderamente regio, de una belleza y esplendor acorde con los logros de su reinado.- Mandó edificar un magnífico mausoleo para su madre, Lalla Messauda, y el suyo propio.-
Se accede a la pequeña necrópolis por un estrecho pasillo que nace en el extremo sur de la mezquita de la Kasbah, cuyo mágnífico minarete de corte clásico, algo achaparrado, pero sobriamente adornado por mocárabes sobre fondo esmaltado y un friso superior de azulejos, coronado por almenas, domina orgulloso todo el entorno (foto drcha.).- De súbito nos encontramos con un pequeño cementerio, rodeado de altas murallas donde se adosan grandes matas de buganvillas, y salpicado de palmeras. (foto izda.)- Una sensación de recóndita placidez, acrecentada por el aislamiento del lugar, impregna todo el recinto.- En él encontramos también dos mausoleos, con cubierta de tejas verdes esmaltadas, y con un impactante contraste entre sus formas exteriores sencillas y muros desnudos, y la espléndida decoración de sus pórticos, que combinan diversos materiales como el estuco, la madera de cedro y el mármol, logrando un dificil equillibrio entre sencillez y belleza (segunda foto).-
El primer mausoleo que nos encotramos, a la izquierda nada mas entrar, es el de Muley Ahmed Al Mansour "El Dorado", que consta de tres salas.- La primera de ellas, estaba inicialmente dedicada a oratorio, dividida en tres naves separadas por columnas de mármol, y con un magnífico mihrab.- En la actualidad se encuentran enterrados varios gobernantes de la dinastía Alaouita, como en una paradoja del destino: descanso eterno en el cementerio que su antepasado selló para olvidar.- La sala central, también llamada de las doce columnas, es donde se encuentra la tumba de El Dorado, -justo en el centro de la estancia- su familia y sus sucesores (foto del encabezado),.- En la tercera sala, conocida como de los tres nichos, es donde se encuentran las tumbas de los niños.- La decoración interior de todo el conjunto, de estilo andalusí, muestra hasta el límite la tremenda habilidad de los mejores artesanos de la época, capaces de trabajar los mas finos materiales existentes (mármol de Carrara, madera de cedro del Atlas, oro de Guinea...) para crear una belleza casi eterna, acorde con las pretensiones del recinto: un ancho zócalo de azulejos dibuja hasta el infinito formas geométricas de simetría perfecta que se deslizan por toda la pared interior; los juegos entre lo cóncavo y lo convexo que forman los mocárabes que caen de los techos; los arcos polilobulados de ejecución perfecta para distribuir el peso de tanto esplendor; el fino labrado de la madera de puertas, techos, dinteles y arcos... (fotos inferiores)
El mausoleo de Lalla Messauda se alza en mitad del recinto, es mucho más pequeño y modesto que el anterior, pero la elegante y plácida belleza de su interior no le va a la zaga, destacando la cúpula de mocárabes que corona la sala de oraciones donde se encuentra el sarcófago de mármol de la madre de Al Mansour.
Todo el patio exterior del cementerio, se encuentra tapizado por más de cien tumbas cubiertas por terrazos.- Su ubicación y el menor abolengo de su coberturas nos indican que pertenecen a sirvientes y otros cortesanos ligados a la dinastía.
Es curiosa la sensación de paz y recogimiento que transmite esta necrópolis, en contraste con el cruel fin terrenal de muchos de sus moradores, ya que casi todos los monarcas Saadíes murieron víctimas de intrigas y conspiraciones sucesorias dignas de un drama shakesperiano.
El horario de visita es de 9,30 a 12,30 por la mañana, y de 15 a 18,30 por la tarde.- La entrada creo recordar que costaba 10 dh.- Recomiendo visitar la necrópolis a última horas de la tarde, poco antes del cierre, cuando ha decrecido la normal afluencia de visitantes, y el aura de intimidad y placidez que trasmite es más palpable, aunque la luminosidad sea -lógicamente- menor.
Aunque el recinto, junto a la mezquita de la Kasbah, ya había sido utilizado como última morada de personajes notables, e incluso del sultán benimerín Abú el Hassan, el cementerio no alcanzó su estatus de necrópolis real hasta que empezó a ser utilizado como lugar de inhumación de los monarcas a partir de la segunda mitad del s. XVI.- Pero fué Muley Ahmed Al Masour el que dió el impulso definitivo para convertir la necrópolis en un lugar verdaderamente regio, de una belleza y esplendor acorde con los logros de su reinado.- Mandó edificar un magnífico mausoleo para su madre, Lalla Messauda, y el suyo propio.-
Se accede a la pequeña necrópolis por un estrecho pasillo que nace en el extremo sur de la mezquita de la Kasbah, cuyo mágnífico minarete de corte clásico, algo achaparrado, pero sobriamente adornado por mocárabes sobre fondo esmaltado y un friso superior de azulejos, coronado por almenas, domina orgulloso todo el entorno (foto drcha.).- De súbito nos encontramos con un pequeño cementerio, rodeado de altas murallas donde se adosan grandes matas de buganvillas, y salpicado de palmeras. (foto izda.)- Una sensación de recóndita placidez, acrecentada por el aislamiento del lugar, impregna todo el recinto.- En él encontramos también dos mausoleos, con cubierta de tejas verdes esmaltadas, y con un impactante contraste entre sus formas exteriores sencillas y muros desnudos, y la espléndida decoración de sus pórticos, que combinan diversos materiales como el estuco, la madera de cedro y el mármol, logrando un dificil equillibrio entre sencillez y belleza (segunda foto).-
El primer mausoleo que nos encotramos, a la izquierda nada mas entrar, es el de Muley Ahmed Al Mansour "El Dorado", que consta de tres salas.- La primera de ellas, estaba inicialmente dedicada a oratorio, dividida en tres naves separadas por columnas de mármol, y con un magnífico mihrab.- En la actualidad se encuentran enterrados varios gobernantes de la dinastía Alaouita, como en una paradoja del destino: descanso eterno en el cementerio que su antepasado selló para olvidar.- La sala central, también llamada de las doce columnas, es donde se encuentra la tumba de El Dorado, -justo en el centro de la estancia- su familia y sus sucesores (foto del encabezado),.- En la tercera sala, conocida como de los tres nichos, es donde se encuentran las tumbas de los niños.- La decoración interior de todo el conjunto, de estilo andalusí, muestra hasta el límite la tremenda habilidad de los mejores artesanos de la época, capaces de trabajar los mas finos materiales existentes (mármol de Carrara, madera de cedro del Atlas, oro de Guinea...) para crear una belleza casi eterna, acorde con las pretensiones del recinto: un ancho zócalo de azulejos dibuja hasta el infinito formas geométricas de simetría perfecta que se deslizan por toda la pared interior; los juegos entre lo cóncavo y lo convexo que forman los mocárabes que caen de los techos; los arcos polilobulados de ejecución perfecta para distribuir el peso de tanto esplendor; el fino labrado de la madera de puertas, techos, dinteles y arcos... (fotos inferiores)
El mausoleo de Lalla Messauda se alza en mitad del recinto, es mucho más pequeño y modesto que el anterior, pero la elegante y plácida belleza de su interior no le va a la zaga, destacando la cúpula de mocárabes que corona la sala de oraciones donde se encuentra el sarcófago de mármol de la madre de Al Mansour.
Todo el patio exterior del cementerio, se encuentra tapizado por más de cien tumbas cubiertas por terrazos.- Su ubicación y el menor abolengo de su coberturas nos indican que pertenecen a sirvientes y otros cortesanos ligados a la dinastía.
Es curiosa la sensación de paz y recogimiento que transmite esta necrópolis, en contraste con el cruel fin terrenal de muchos de sus moradores, ya que casi todos los monarcas Saadíes murieron víctimas de intrigas y conspiraciones sucesorias dignas de un drama shakesperiano.
El horario de visita es de 9,30 a 12,30 por la mañana, y de 15 a 18,30 por la tarde.- La entrada creo recordar que costaba 10 dh.- Recomiendo visitar la necrópolis a última horas de la tarde, poco antes del cierre, cuando ha decrecido la normal afluencia de visitantes, y el aura de intimidad y placidez que trasmite es más palpable, aunque la luminosidad sea -lógicamente- menor.
3 comentarios:
Me encanta ese sitio y lo bueno es ir cuando hay poca gente, cuestión dificil pero posible .
Aunque sea una obviedad decirlo, este monumento que llamamos "las tumbas saadianas" es un cementerio y la mezcla de sensaciónes tranquilidad-inquietud, que a mi me causan todos los cementerios, allí la percibo mucho más intensa porque además es un lugar precioso.
Gracias Fernando , me gusta mucho este blog
Hola Pablo, es impresionante este blog, hiciste un trabajo increible, te felicito!
Te molesto porque estoy viajando en septiembre con mi marido y mis dos hijas (una bebe de 2 años y una adolecente de 16). Llegamos en avion a Marrakech y nos vamos 4.5 dias mas tarde desde Fes. Lo que queria consultarte son dos cosas:
1) El viaje de Marrakech a Fes, me conviene hacerlo en auto? Es seguro? las autopistas estan bien? se tarda alrededor de 6 horas?
2) esta bien 2 dias en cada ciudad o me conviene reducir la estadia en Fes y aprovechar el viaje en auto para ir parando en algunas ciudades y si es asi, en cuales?
Millon de gracias por tu respuesta
Andrea (de Argentina)
Saludos y de nuevo, felicitaciones por el blog!
Hola Andrea.
Gracias por tu opinión sobre el blog
Entre Marrakech y Fes es todo autopista (de peaje, pero barata), por lo que el vehículo es una buena opción, Tardando lo que dices, entre 5 y 6 horas.-
En la ruta las dos únicas ciudades en las que -en mi opinión- merece la pena detenerse, son Rabat y Meknés, ésta última a menos de una hora de Fes.- Fes es una ciudad muy densa, y un día se me antoja poco, pero también puede ocurrir que después de un día, se os apetezca salir de la ciudad. Mi consejo es prever, en principio, dos días, y si os apetece el segundo día cambiar de aires, teneis dos opciones muy cercanas, a 1 hora o menos, que son, la mencionada Meknés, y la zona del medio Atlas (Ifrane y Azrou, y sus bosques de cedros). Esta `puede ser una buena opción si os pillan dias calurosos.
Por cierto, si alquiláis un vehículo en Marrakech, aseguraros de que es posible
devolverlo en Fes.
Un saludo
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